Mar Pacífico Tropical: Un lugar digno de ser conservado
Queríamos disfrutar de preciosos atardeceres, deportes acuáticos y la mejor comida, pero también queríamos entender por qué es tan importante la creación de la Zona Reservada del Mar Pacífico Tropical. Hicimos maletas y nos fuimos a las playas de Tumbes y Piura… después de una semana de viaje, nosotras también somos Pacífico Tropical.
Salimos muy temprano de Lima y manejamos directo hasta Pacasmayo, donde nos esperaba Caro después de haber navegado algunos días. Después seguimos nuestra ruta hasta Punta Sal. Llegamos muy tarde y cansados, y Juan Pablo Testino de North Shore Peru Expeditions nos recibió y nos dijo que al día siguiente salíamos al mar a las 5:30 am, así que nos fuimos a dormir.
Al día siguiente estábamos ya listos antes del amanecer, nos encontramos con Juan Pablo y con Cucho (un excelente pescador de Punta Sal), caminamos hasta el bote y salimos al mar. Mientras navegábamos, el sol salió y pintó el cielo y el mar de dorado y nosotras estábamos felices de poder disfrutar este espectáculo de la naturaleza. Ya con luz, Cucho nos llevó a un lugar en donde se puede encontrar gran cantidad de peces, y terminamos sacando algunas doncellas, unos peces de color naranja intenso y forma rarísima. Cucho nos contó también sobre la pinta, que es un tipo de pesca que se practica con caña y, si se hace de una manera responsable (eligiendo un tamaño adecuado de anzuelo), puede ser sostenible, pues permite respetar los tamaños mínimos de pesca.
Después de pescar, cambiamos la lancha por un yate de dos pisos desde el cual es más fácil avistar animales como delfines y ballenas. Lo primero que vimos fue una manada de casi 500 delfines comunes de hocico largo. Fue un momento emocionante, los delfines nadaban a nuestro lado como jugando con nosotros y las aves volaban por todas partes. Cuando los delfines nos dejaron atrás, nos esforzamos por buscar alguna ballena jorobada nadando. Todos mirábamos a diferentes partes del mar y finalmente alguien gritó “¡ballena!”. Ver a estos animales tan grandes nadar y disfrutar del mar mientras migran es una sensación indescriptible, y saber que el dinero que pagaste por el tour se usa para investigar más sobre esta especie es aún mejor.
Al día siguiente nos fuimos a una playa muy conocida en el norte, Máncora. Aquí hay mucho movimiento y la oferta de hoteles y actividades es amplia. Nosotras queríamos seguir disfrutando del mar, así que fuimos a surfear, Caro por su cuenta y yo decidí tomar clases. Nos habían dicho que Pilar Yrigoyen es la mejor profesora de la zona, así que la buscamos en el hotel Laguna Surf Camp. Primero me explicó la importancia del calentamiento antes de entrar al agua y luego nos fuimos al mar, ¡con su ayuda logré pararme en unas cuantas olas! Salimos del agua y yo solo podía hablar de lo orgullosa que estaba de mi avance.
Esa tarde nos fuimos al Ecofundo La Caprichosa, porque nos habían contado todos los esfuerzos que hacen ahí por ser ambientalmente responsables. Almorzamos en el restaurante con Henri Peter, el dueño del hotel y el responsable de que el bosque seco que hay alrededor de él esté en tan buenas condiciones. Él nos contó cómo recuperan las aguas usadas en el hotel y las usan para regar ese bosque, que ellos mismos plantaron. Nos contó también que usan una terma solar para tener agua caliente, que hacen su propio jabón y shampoo biodegradable a base de leche de cabra y muchas cosas más. Luego, pasamos la tarde haciendo zipline y disfrutando de los paisajes y la adrenalina.
Al día siguiente nos despertamos muy temprano y vimos un espectacular amanecer en el bosque seco desde nuestro balcón. Salimos en la camioneta rumbo a El Ñuro y Cabo Blanco, dos playas que cada día se hacen más conocidas. Desde el muelle de El Ñuro es posible ver tortugas marinas nadando. Las tortugas que se ven son muy grandes, ¡nos contaron que ahí se encuentran las tortugas más grandes reportadas en Perú! También es posible nadar con ellas; si deciden hacerlo les recomendamos que lo hagan con una empresa formal, que respete su hábitat y que no las alimente.
En la tarde fuimos a Cabo Blanco donde salimos a navegar con Jesús Yenque, un pescador de la zona que está llevando a turistas a disfrutar de un divertido paseo en velero. A nosotras nos llevó mar adentro y con el fuerte viendo fue toda una aventura pero, dependiendo del tipo de paseo que quieran hacer los turistas, él toma diferentes rutas. Terminamos empapadas pero muy entretenidas, no solo por la aventura, también por las interesantes conversaciones que tuvimos con Jesús y su hijo. Ellos nos contaron que están intentando retomar el uso de los botes a vela y lo están haciendo a través del turismo. Nos encantó este paseo, es una forma de hacer turismo sin contaminar el mar, pues no se prendió el motor ni una sola vez, ¡Excelente opción!
Al día siguiente salimos muy temprano hacia el sur y luego tomamos el desvío hacia Paita. Tuvimos que preguntar a diferentes personas cómo llegar a La Islilla, un pequeño pueblo de pescadores. Nos dieron indicaciones y luego de unos veinte minutos manejando por el desierto llegamos a este pintoresco pueblo. Ahí nos encontramos con el señor Justo Bancayán, un señor que se dedica principalmente a la pesca, pero que además lleva a turistas a la impresionante Isla Foca. Él nos saludó y nos dio la bienvenida con un interesante discurso sobre la conservación de recursos en la zona, lo que hizo que las ganas de conocer la isla solo aumentaran.
Hicimos los maletines llevando solo lo que necesitaríamos para una noche de campamento, compramos algunas cosas que nos faltaban de comida (en La Islilla venden pocos productos, por eso recomendamos llevar las verduras y frutas que necesites con anticipación), y nos fuimos al puerto de La Islilla donde nos embarcamos. Primero, Justo nos hizo un recorrido alrededor de la isla, y luego nos llevó hasta el punto desde donde desembarcamos. Nos subimos a una balsa pequeña y Justo nos llevó hasta la orilla. Llegamos a una playa preciosa de arena blanca y nos relajamos un rato.
Después de haber armado nuestro campamento y de una tarde de relajo bajo el sol, decidimos visitar el istmo. Caminamos por veinte minutos con las aletas, los lentes y el snorkel, porque nos habían dicho que ahí se podía bucear y ver especies marinas alucinantes. Cuando llegamos al istmo, vimos a un grupo de lobos de mar pequeños jugando y saltando y no quisimos perturbarlos con nuestra presencia, así que decidimos no entrar al agua y sentarnos a disfrutar el espectáculo. Después del sunset volvimos al campamento, disfrutamos de una rica cena caliente y nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente llamamos por teléfono a Justo, quien nos recogió de la isla y nos regresó hasta La Islilla. Luego, empezamos a manejar hasta Lima, recordando todas las anécdotas de este lindo viaje.
El mar norteño alberga el 70% de las especies marinas que existen en las costas peruanas. Su importancia ecológica es sin duda el principal motivo por el cual debemos conservarlo, pero también porque este ecosistema y sus alrededores son el lugar perfecto para relajarnos, disfrutar y aprender.
¿Cómo llegamos?
Tomamos la carretera Panamericana Norte hasta el km 1187 y medio, donde tomamos el desvío hacia la izquierda que te lleva al balneario de Punta Sal.
Después de eso fuimos por la misma carretera Panamericana Norte con dirección hacia el sur visitando el balneario de Máncora.
Luego, seguimos hacia el sur hasta llegar al El Alto, desde donde tomamos el camino hacia la playa Cabo Blanco.
Finalmente, seguimos hacia el sur y tomamos el desvío a la ciudad de Paita. En la ciudad de Paita tomamos el desvío hacia el pueblo La Islilla, desde donde Justo Bancayán nos llevó en un bote para llegar a Isla Foca. El teléfono de Justo es 968 784 561, recomendamos llamarlo con unas semanas de anticipación para coordinar con él.
¿Dónde nos quedamos?
Nos quedamos en el hotel Ecolodge La Caprichosa. Nos encantó este hotel porque son muy responsables con el medio ambiente y además tienen diferentes actividades divertidas para realizar, como el zipline, cabalgatas y otras.
¿Cuántos días nos quedamos?
Nos tomó un día entero para llegar a Punta Sal. Luego pasamos un día en Punta Sal, otro en Máncora, otro en el Ñuro y Cabo Blanco, uno más en Cabo Blanco y dos en Isla Foca. El último día estuvimos en el carro volviendo hacia Lima. En total fueron 8 días.
¿Qué hicimos?
-Pesca con North Shore Peru Expeditions
-Avistamiento de delfines y ballenas con North Shore Peru Expeditions
-Surf con Pilar Yrigoyen, dueña del hotel Laguna Surf Camp en Máncora
-Zipline en el Ecofundo La Caprichosa
-Nadar con tortugas en El Ñuro
-Paseo en velero en Cabo Blanco con Jesús Yenque
-Caminata en Isla Foca (nos llevó Justo Bancayán)
-Campamento en Isla Foca
Crédito: 2 en Ruta
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